miércoles, 27 de julio de 2022

El viaje eterno

 

Como dicen por ahí: la vida es un viaje. No importa tanto el destino final, sino el recorrido que se hace. El trayecto y sobre todo los pasajeros que nos acompañan en ese hermoso viaje.

 

Las analogías en este momento, son totalmente necesarias, entendiendo que una de nuestras viajeras más frecuentes, nuestra querida Mimí (La blanqueada) alzó el más alto de los vuelos. Ese que rompe las barreras del tiempo y espacio. Ese que termina siendo un viaje hasta la eternidad. Y eterno es el cariño que nos diste a todos los que tuvimos el privilegio de compartir tu sangre, compartir tu cariño y compartir grandes momentos que quedaron inmortalizados con tu recuerdo. Sobra decir que fuiste una gran persona, incluso siendo físicamente diminuta. Sobra también decir que siempre estuviste ahí para ayudar y apoyar a todos tus seres queridos. 

 

Estas líneas más que escribírtelas a ti, me las escribo a mí, porque quiero perpetuar en palabras este sentimiento que tengo hoy, estas ganas de expresar un poco lo genial que fue compartir contigo grandes momentos. 

 

A pesar de las turbulencias, el mal tiempo y cada adversidad que tuviste, siempre supiste aterrizar bien y llegar por la puerta grande. Con tu partida física solo me queda agradecerte lo vivido, lo aprendido, todo lo bueno y todo lo malo (eso también se debe agradecer).

 

Es increíble lo rápido que nos dejaste, quedaron pendientes muchos momentos por vivir. Hoy más que nunca recuerdo cuando estaba más chamo y me dijiste: “Viaja, vive, disfruta, conoce nuevos países. Porque cuando le agarres el gusto a viajar no vas a querer parar”. 

Y la verdad, son unas palabras muy sabias. Con los años he aprendido y entendido que nada reconforta más que viajar. 


Recuerdo que la primera vez que me mudé de país, me prestaste tu maleta y al viajar con ella, sentí que debía acompañarme siempre. Por eso te dije que te iba a comprar una nueva y quedarme con la tuya. Esa maleta hoy la atesoro enormemente, me acompaña en todos mis viajes y siempre me acuerdo de ti al viajar; porque indirectamente siempre has viajado conmigo.

 

¡Blanqueada, la vida te pasó volando!

Desde acá te mando un abrazo hasta el cielo, sé que desde allá guiarás nuestro destino.

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