martes, 25 de octubre de 2011

Un fin, en fin


El fin de semana pasado me fui con maker, caballo y la bish a una posada en Ocumare llamada isla del mar o creo que así se llamaba, lo cierto es que llegamos de madrugonazo, nos cambiamos y de una a papear en el mordisco de chuo unas pseudo empanadas con sus respectivas maltas, de ahí agarramos nuestra lancha y le dimos directo a la ciénaga, ahí me tope con 2 personajes hirientes, el primero el lanchero y el segundo un gordo disque guía turística que quiere hacer amigo de todo el mundo y no lo logra, típico que te quiere enseñar el lugar y guiar pa’ sacarte unos reales, yo al menos no me dejé.


Después de pasar gran parte del día ahí el sapo lanchero nos chupó las tetas un rato, le dijimos que llegará a las 2 y se apareció casi a las 3:30, ya bastante muertos de hambre nos devolvimos al pueblo a devorarnos una mar y tierra poderosa con birras incluidas y de ahí a la posada a guindar, al día siguiente nos paramos tempranito desayunamos y nos lanzamos a catica, estuvimos un rato y luego nos fuimos de vuelta a casa…


El fin estuvo depinga pero me dejó algunas reflexiones o más que reflexiones aprendizajes

Primero que nada nunca confíes en la palabra de un lanchero

Tampoco en la de un guía turística y además me di cuenta que en ocumare

No hay recojelatas, si no borrachos

No hay mototaxi, si no lanchas

No hay otra birra que no sea Polar Light en las licorerías

Y por sobre toda las cosas, me di cuenta que si no te echas un protector solar mínimo de 50 estás literalmente frito