El 2017 fue un año movido, lleno
de altibajos.
De cosas buenas y no tan buenas.
Lo mejor que pasó, sin duda alguna
fue poder volver a Venezuela, -al menos de visita-. Una visita que me hizo
convertirme oficialmente en todo un Señor literalmente. Porque tal cual como
manifestaba la invitación de #SabesLaBoda, «después de 3 años y 3 países,
Marielena y yo nos casamos». Y cada vez que alguien me pregunta, ¿Qué tal la
boda?, siempre respondo: mejor de lo que me imaginé. Y con esto no quiero decir
que me imaginaba que sería un fail, sino todo lo contrario, fue tan brutal, que
superó todas mis expectativas, incluso las de Marielena (ahora mi esposa).
Sin duda alguna el 2017 me dejó la
satisfacción de ver a mi familia, y comenzar
a crear una nueva. Por lo pronto, el 2018 empezó con la satisfacción que
te da conseguir un nuevo apartamento. Ahora puedo citar el coro de esa legendaria
canción: «Año nuevo, vida nueva. Más alegre los días serán».